¿Te has preguntado por qué, a veces, aunque vendas más, no sabes si eso es bueno o malo?
¿O por qué a veces cuándo vendes más tienes menos dinero?
La respuesta podría estar en un principio fundamental:
No tienes claro cuáles son tus costos fijos y tus costos variables.
Es un principio sencillo, pero si no lo aplicamos bien, nos puede llevar a tomar malas decisiones.
Empecemos por lo esencial
¿Qué es un costo fijo?
Es aquel que tienes que pagar sí o sí, vendas mucho, vendas poco o no vendas nada.
El arriendo
La nómina
Lo servicios públicos.
Son el precio de estar abiertos.
Son tus compromisos obligatorios.
¿Y qué es un costo variable?
Es aquel que solo existe cuando vendes.
El costo o la materia prima de los productos que vendes
Los empaques.
Las comisiones que pagas por cada producto. (Este puede ser un gasto variable, te lo explciaré más adelante)
Los envíos o fletes. (Este puede ser un gasto variable, te lo explciaré más adelante)
Si vendes más, suben.
Si vendes menos, bajan.
Son el precio de moverte.
Un ejemplo.
Tienes un restaurante mediano.
El arriendo de tu local es un costo fijo: lo debes pagar así vendas 10 platos o vendas 100.
Pero la carne, el arroz, o el domiciliario que pagas por cada pedido entregado, eso es costo variable.
¿Por qué es tan importante saber la diferencia?
Porque si no lo tienes claro, puedes cometer errores como:
Dar descuentos creyendo que vendes más… pero en realidad, estás perdiendo dinero.
No saber cuántas unidades debes vender para llegar a tu punto de equilibrio.
No saber tu costo de crecer.
El poder de identificarlos:
Cuando entiendes tus costos:
Calculas tu verdadero punto de equilibrio.
Sabes cómo afecta tu rentabilidad cada nueva venta o cliente.
Construyes listas de precios inteligentes, no improvisadas.
Tomas decisiones con datos, no por intuición.
¿Qué pasa si no los manejas bien?
Duro pero real:
Podrías estar creciendo en ventas…
y al mismo tiempo destruyendo tu caja.
Vender mucho no siempre significa ganar mucho.
Si tus costos variables suben más rápido que tus ingresos, cada venta puede generarte más problemas financieros.
Para tu reflexión:
¿Tienes claro cuáles de tus costos son fijos y cuáles son variables?
¿O estás operando en automático, apagando incendios, sin mirar tus costos?
Bueno, ¿por dónde puedes empezar?
Manos a la obra:
Haz una lista de todos tus costos mensuales.
Clasifícalos en fijos o variables. (con la explicación que te di).
Calcula qué porcentaje representan de tus costos totales.
Este es un primer paso sencillo pero potente para entender tus finanzas.
En resumen:
Costos fijos: Están ahí aunque no vendas.
Costos variables: Solo aparecen cuando vendes.
Saber diferenciarlos es clave.
Es clave para el gerente de tu empresa.
Es inteligencia financiera básica para construir, no solo operar.
No basta con vender bien.
Hay que estructurar bien.
No basta con trabajar duro.
Hay que trabajar inteligentemente.
Y todo empieza por entender cuánto te cuesta estar abierto y cuánto te cuesta vender.
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Cada semana comparto un principio financiero explicado con sencillez, ejemplos reales, sencillo y a la práctica.
Soy el financiero de tu pequeña empresa, Óscar Yonda.